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Responsables de hacer el trabajo bajo gestión.
A veces se escucha: “una cosa es hacer el trabajo y otra es gestionarlo”. Como si gestionar no fuera trabajo. Pero la frase señala algo cierto: son quehaceres diferentes. Una cosa es estar en tareas como cálculos, evaluaciones, diseños, planificaciones. Otra, distinta y agregada, es hacerse cargo de que eso ocurra y rendir cuentas por lo que acontezca.
Como vimos en una columna anterior, de eso se ocupa el Gestor. Entonces, ¿quiénes hacen el trabajo bajo gestión? Esos son los Ejecutantes.
En principio, es fácil definir ese rol. En la Guía de P4Mf, su descripción sólo tiene un párrafo. Ahí se los muestra como responsables de validar la información que reciben, realizar el tratamiento asignado, interactuar asincrónicamente con los involucrados, coordinar sesiones de sincronización junto a los gestores, verificar los resultados, entregarlos y participar en las sesiones. Una lista que fluye entre verbos como validar, tratar, interactuar, verificar, entregar y participar.
Esa definición sirve como referencia, pero no alcanza para comprender en profundidad el rol. Por un lado, cada ejecutante desarrolla un trabajo específico, con componentes técnicos y procedimentales que conoce por experiencia y que, en general, están documentados dentro de la propia organización. Esos aspectos no son parte del enfoque de un marco como P4Mf. Por otro lado, la Guía ofrece una síntesis conceptual, pensada como mapa de referencia, no como manual didáctico. Esta columna busca complementar esa mirada.
P4Mf concibe el operar de las organizaciones como un flujo continuo de transformaciones habilitadas por personas, procesos, tecnología e información. Ese flujo no es un gran salto único —como una cascada alta y vertical—, sino que pasa por múltiples niveles donde ocurren transformaciones parciales. En cada uno de esos niveles residen los Nodos. Y en cada Nodo opera una constelación de roles. Uno ya lo conocemos: el Gestor. Hoy miramos otro: los Ejecutantes. Se llaman así porque son quienes “ejecutan” el trabajo: reciben, validan, aprueban, rechazan, transforman y entregan.
La esencia del trabajo del Ejecutante suele estar bastante clara dentro de las organizaciones. Por eso funcionan. Pero el flujo real está lejos de ser ideal: se producen errores, demoras, retrabajo y roces innecesarios. P4Mf busca ayudar a encarar ese tipo de dificultades.
Como cimiento fundamental promueve, desde el inicio, una tarea compartida para entender mejor de qué se trata el trabajo a ejecutar. Porque, si como dijimos, quienes lo hacen ya saben hacerlo, entonces… ¿por qué no siempre sale bien? ¿Por qué se repiten los mismos errores? ¿Cuáles de esas fallas podrían evitarse? ¿Y con cuáles hay que aprender a convivir?
He acompañado ese análisis muchas veces en mis consultorías. Reiteradamente aparece el mismo foco de lo mejorable: las interacciones. Especialmente cuando las personas interdependientes están en sectores diferentes.
Dentro de cada constelación, el Ejecutante depende de lo que otros deben entregarle, en tiempo y forma. A esos otros los llamamos Involucrados. Estos involucrados responden a sus propios Gerentes (rol del que hablaremos en otra columna). Si estos gerentes protegen demasiado los intereses de sus respectivos sectores, pueden complicarle la vida tanto a los gestores como a los ejecutantes. Y el ejecutante también depende de quienes recibirán su trabajo (a quienes P4Mf también llama Involucrados). Si estos se sintieran con derecho a exigir “lo que se les antojase, cuando se les antojase”, también generarían dificultades.
En torno a esas interacciones (gestore, ejecutantes, involucrados, gerentes) giran muchas oportunidades de mejora organizacional. No se trata de cambiar personas, sino de cambiar la manera en que miran y se vinculan, entre sí, los interdependientes… y quienes los dirigen.
Y esas mejoras no son abstractas. Se sienten. Impactan directamente en la calidad de vida laboral: el trabajo se hace más fácil, los roces bajan, y —aunque la frase esté un poco gastada— la sensación de “deber cumplido” vuelve a tener sentido. ¿O acaso no te sientes bien cuando las cosas funcionan a tu alrededor?
Ahora bien, también sé —porque lo viví, y lo sigo viviendo— que esto no es simple. La realidad no se deja domar con buenas intenciones ni con marcos conceptuales bien escritos. Se resiste, se contorsiona, y a veces hiere. Por eso, junto a estas columnas orientadas a construir, también encontrarás artículos del Lado B: ahí exploro sin maquillaje los obstáculos, ambigüedades y tensiones que atraviesan nuestras ganas de mejorar. En breve, uno de esos artículos abordará el habilitador Personas. Te invito a seguir leyendo, también por ese otro lado.